Altea, rodeada de montañas y de abundante naturaleza, es tradicionalmente un pueblo de pescadores y para muchos el pueblo con más encanto a lo largo de todo el Mediterráneo. Su casco antiguo situado en lo alto de un cerro, está repleto de rincones románticos, calles empinadas y fachadas blancas al más puro estilo mediterráneo.
En lo más alto de este fabuloso casco antiguo se encuentra la Iglesia de la Virgen del Consuelo con su amplia y espectacular bóveda rematada por singulares tejas azules y blancas. Desde la plaza de esta iglesia puede contemplarse toda la comarca. A partir de ahí descienden calles empedradas y escalonadas, adornadas con pequeños miradores y glorietas, que discurren entre casas blancas, que en su tiempo estuvieron protegidas por una sólida muralla.
Son frecuentes en este espacio urbano tradicional los estudios de artistas y las tiendas artesanas. En la parte baja se encuentra la parte comercial, el barrio de los pescadores y el puerto, que mantiene una gran actividad pesquera. También hay el concurrido paseo marítimo con infinidad de restaurantes y seis kilómetros de playa, donde se alternan los cantos rodados con las pequeñas calas y acantilados.
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